miércoles, 19 de febrero de 2014

El olor de la cloaca.

La verdad es que hay veces que entre que es lunes y que la realidad se empeña en no dar motivos para la esperanza a uno le dan ganas de tomarse doce whiskies de desayuno e ir por la vida dando tumbos ignorante de todas esas felonías que van salpicando el mundo.

Entre imputaciones, ausencia de separación de poderes, casos de corrupción, ventajismos políticos y cobardías hemos conseguido que la política sea la primera preocupación de todos los españoles y que se haya creado una desafección cuyo fin no parece sino cada día más lejano, sin esperanzas por parte de los ciudadanos de que toda esa patulea que ha politizado desde las escuelas hasta los hospitales, pasando por las iglesias, las lineas aéreas y los cantos regionales, recobre algún día un mínimo de nuestra confianza; y de corazón espero equivocarme.

Pero es que los ciudadanos no nos quedamos a la zaga, con tantos robos como los políticos, economía sumergida, compra de favores o de adjudicaciones, evasiones de impuestos, infracciones de todo tipo, incumplimientos múltiples, y ya en otro orden de cosas, violencia, violencia y más violencia.

Y de repente nos dicen que hay demasiados accidentes de tráfico y pensamos -algunos- ¿Pero cómo no va a haber accidentes si la gente se porta en la carretera como en Sálvame? y con eso, como con todo, se me van acabando los motivos para el optimismo: Ladrones, maltratadores, abortistas, terroristas, estafadores... vale, no confiamos en los políticos ¿Pero confiamos en nuestros conciudadanos? ¿De verdad creemos que los jueces están limpios de polvo y paja? Porque a la Iglesia Católica no nos importa tirarle nuestra artillería pesada ¿Pero y el poder judicial? ¿Y la prensa? ¿Y todos esos caraduras que cobran por pertenecer a asociaciones cuyo fin desconocemos todos y que organizan manifestaciones periódicas con esos mismos fondos públicos?

Hace poco vi una foto en la prensa en la que más o menos veinte manifestantes protestaban contra nosequé, el pie de foto era espeluznante: "Miembros de cuarenta asociaciones protestan ante el Ayuntamiento bla, bla, bla..." Y se quedan tan anchos, los muy hijos de puta. Porque... ¿Quién paga esas asociaciones que defienden desde el cangrejo ártabro de herradura hasta la sardana gallega mazaricana? ¡Pues claro que nosotros, faltaría más! Y cuando después de cinco años de Gürtel no se han empapelado más que al tal Bárcenas y de dos años de lo de los ERES y a nadie y cuando vemos que los ricos cada día son más ricos y nosotros cada día somos más tontos me dan ganas de coger un garrote y ponerme a utilizarlo en la puerta de cuánta institución pública me encuentre hasta que confiesen que ni los folios de sus hijos pagan.

Y por eso creo que hay que ser cada día más desconfiado, porque aquí no se libra ni el potito de cobrar porque es legal (o lo era en su momento) o representar en algún órgano representativo los intereses generales de un grupo en particular a razón de cien mil al año.

Para empezar, y además ya mismo: Hay que exigir por ley que TODAS las instituciones presenten sus cuentas en público con los sueldos, dietas, pluses e incentivos de cada uno de sus componentes. Y además que a todos y cada uno de esos componentes se le pueda exigir para su comprobación su cuenta personal de resultados con todas las percepciones dinerarias o en especie por su trabajo, puesto o sillón a tal efecto.

Y por poner un ejemplo claro el tema de Cospedal, que cobraba tres dinerales -porque era legal- hasta un total de 220.000 euros o algo así y, por lo que decía, con la conciencia tan tranquila como la de Santa Teresa de Calcuta. Y sin irse tan lejos... que nos cuenten lo que cobran los ediles como ediles, lo que cobran como concejales, por las comisiones, por su asistencia a la Diputación, al Puerto, ala empresa mixta de aguas o a la de basuras o por su colaboración desinteresada como cofrade mayor de la hermandad de la foca común de Valdoviño.

Si es que a veces somos un verdadero hazme-llorar.

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