Duérmete, Carmiña,
ya has hecho bastante
Deja ya en la puerta
el viejo delantal,
el viejo delantal,
tu mellado cuchillo
puedes tirar.
Duérmete, Carmiña,
que ahora viene tu madre
y te arropa.
Ya no hay más que lavar
ya sé calentar la sopa.
Duérmete, Carmiña,
que cuando despiertes
te esperan tus padres
-y el rosario del Tío Dios-
en el Agrande.
Duérmete, Carmiña
y déjanos llorar
nuestra egoísta pena.
Nuestra torpe manera de darte las gracias,
no tengas en cuenta:
No tenemos palabras,
no tenemos letras.
Duérme ahora, Carmiña,
pero no te olvides:
Cuando yo me acueste
ven a buscarme
y me enseñas tu Castro,
pero el de antes.
Duérmete ya, Carmiña,
y verás como no te duele el brazo
y en el campo de nubes
cuando despiertes
da recuerdos a todos
de los de abajo.
Un bonito homenaje y muy merecido...
ResponderEliminary gracias
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ResponderEliminarMuchas gracias, Calo.
ResponderEliminarPercibo una enorme ternura y cariño por esta mujer e intuyo de quién salen estas hermosas palabras... Es una preciosidad ser así de sensible, Ana. Besos.
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