viernes, 7 de febrero de 2014

El lince

Ya he hablado alguna vez de los Ancares, esa joya casi intacta que se encuentra entre Lugo, León y Asturias en el que se concentran casi todas las especies animales de la Península, hecho sin duda favorecido por el escaso poblamiento de la zona.

Hasta ahora se sabía de la presencia esporádica del oso pardo, de ciervos, gamos y corzos, rebecos, cabras montesas, conejos, liebres, gatos monteses, mustélidos y un gran número de rapaces. Ahora se empieza a discutir si existen en la zona linces ibéricos, aunque sea en un número reducido.

Existen avistamientos en la zona y se han encontrado ciertos indicios de la posibilidad de que nuestro felino más totémico sea capaz de decir ¿y luego? con una cierta naturalidad. Esta noticia en sí misma no es ni buena ni mala, por que sin confirmar los datos y sin una misión científica que se encargue de corroborar tales indicios no pasará de ser una mera anécdota.

La presencia del lince en Galicia se uniría con la confirmada y no publicitada presencia del mismo en los Montes de Toledo. ¿A qué se debe entonces ese catastrofismo sobre la supervivencia del lince si ha llegado a expandirse (o nunca desapareció) hasta zonas que están hasta mil kilómetros apartadas de su supuesto último reducto. La respuesta está donde siempre: Intereses de ciertos grupos a los que conviene convencernos que el lince se esté extinguiendo irremediablemente y que su única salvación esté en una zona en concreto.

Esta franquicia, hoy por hoy andaluza, jamás apoyaría este tipo de estudios, ya que se unirían al reparto de un pastel más bien escaso, por desgracia, por lo que el impulso a estos estudios tendría que ser ex novo y nacer de la unión de otras administraciones.

El caso de los Ancares es una muestra más de como el establo autonómico puede perjudicar los intereses del conjunto de la nación... o no; porque pensemos por un momento a qué se destinan todos esos fondos "ambientales" de los que apenas conocemos los resultados. Sí, ya lo sé: Mi teoría conlleva ciertos riesgos, porque deja todo el impulso regenerador a la naturaleza, pero es que no me deja de sorprender que las competencias en la gestión de parques sean autonómicas, cuando ponerle puertas al campo siempre ha sido sinónimo de insensatez.

En Jara y Sedal -el veterano programa de caza y pesca de TVE- han dedicado ya varios programas a monterías en los Ancares, alabando lo equilibrado de sus poblaciones de corzos y rebecos. Yo he visitado ese límite tri-provincial y jugábamos a decir que estábamos en Castilla o en Asturias o en Galicia en la zona que -suponíamos- está tan difusa frontera. Ahora me imagino al rebeco huyendo cual delincuente común americano buscando el límite del estado (en este caso de la Comunidad) para así escapar del cazador con su licencia gallega, asturiana o castellano-leonesa... ya, es ridículo, lo sé, pero es la realidad.

Seguramente llegará un día en que nos encontremos a un lince hurgando entre la basura (ya se han visto osos pardos) y tendremos que creer que es el único que queda en el planeta. Tengamos en cuenta que hay mucha gente viviendo de este tema, y viviendo muy bien, por cierto.

Pero claro, hay demasiada gente para comer tarta, y sólo hay una tarta. Esperemos que está santa inacción de las todavía vírgenes montañas del Bierzo occidental sigan deparándonos estas agradables sorpresas y que un día dejemos de creer que al último urogallo gallego lo mató Fraga, como sostienen en Piornedo y comarca o que sólo hay ocho linces en Doñana y tres osos en Somiedo, porque tal vez ese día aprendamos a respetar también la naturaleza aunque no tenga un cartel indicando sus bondades.

Pero claro, a lo mejor ese día llegará cuando para algunos sitios ya sea tarde.

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