miércoles, 15 de enero de 2014

Invierno

El olor a césped recién cortado,
una nube negra amenazante
y el suelo brillante de gotas ya pisadas
que van formando charcos donde el lodo
se mezcla con el agua:
Ya es invierno.

Jornadas de apatía, grandes cenas,
beber una cerveza no tan fría...
añorar a los tuyos desde lejos,
añorar del sol los fuertes rayos
abrazando tu piel.
Espera eterna de días más largos,
bellos, luminosos.
Largos besos.

El peso de una manta, chocolate
caliente en blancas tazas,
desayunos tempranos,
luz grisácea.
¿Qué haremos si no llueve esta semana?

El mundo decadente, grillos mudos,
arrullos de paloma,
y una taza humeante que se interna
en mi cuerpo y sosiega el frío interno.
Es la estación perdida, el verso suelto:
Nostálgica, serena
e impactante de vientos,
de tormentas y de muertos,
que hace poco eran vivos
y han bajado los brazos.

Capitulo de ser más luminoso,
del ambiente me impregno
y me hago oscuro;
ojalá llegues pronto, primavera,
aunque no habrá palabras que acompañen,
esas largas vigilias vespertinas,
de café y cigarrillos, de bufandas,
de paso apresurado
y esperanza
de jornadas más largas
en que el tiempo deje de ser tan gris
y en el que el viento
sustituya a la lluvia que en mis huesos
provoca un reuma incómodo y silente
que me hace ser mejor y mas sufrido.

Ahora te iras, invierno, y sólo un tallo,
el botón de una flor, la margarita,
una abeja, el calor, las golondrinas...
volverán a mi casa
a traer la vida.

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