martes, 21 de enero de 2014

Barbaridades

Se leen y se escuchan auténticas barbaridades acerca de los primeros meses de papado de Francisco. La pero que yo he escuchado es que es el anticristo; así, directamente sin rodeos.

Hasta la fecha tenemos un Pontífice que ha puesto el foco en el mensaje de Cristo, intentando que comprendamos que hay más frentes de batalla que los que los cristianos nos creemos, y que además del aborto hay cosas como la guerra o la corrupción que también están incluidas en el Decálogo que bajó Moisés del Sinaí.

No deja de ser curioso que se critique a un Papa porque diga que no se debe juzgar a los demás o que a nadie se le puede negar la salvación, que la pederastia ha de ser atacada, que hay un grupo de presión homosexual dentro de la Iglesia, que hay que acercarse a Cristo, que hay que renovar la Curia y despolitizarla, que las Homilías no deben ser para el lucimiento del predicador, que cada día hay menos fieles...

Realmente esto hace ver que, efectivamente, el anticristo está entre nosotros, escondido en los males que aquejan a la Humanidad, y que ha sabido usar sus armas con maestría, desviando la atención en ciertos males para que nos olvidemos de hacer el bien. Hemos llegado a tal punto de majadería que hasta han criticado al Papa por usar un utilitario en sus desplazamientos, por tener un alojamiento modesto o por acercarse a la gente en Río.

El colmo de la estupidez lo he leido esta semana, en la que un medio se hacía eco de la caida de un rayo en el Redentor de Río después de la Jornada Mundial de la Juventud y de otro en San Pedro tras el Cónclave en el que salió elegido.

No nos equivoquemos: La obligación del Obispo Blanco es llevar la luz a todos los rincones, sacudir el polvo y luchar contra el mal. Ésto último por encima de todo lo demás.

Sus predecesores inmediatos lucharon cuanto supieron y cuanto pudieron, algunos hasta la extenuación, como Juan Pablo II, y otros sabiendo renunciar ante la ingente tarea, como Benedicto XVI, pero ninguna ha sido tan criticado como él, tal vez por creer que no valen paños calientes contra ciertas dolencias que padece la institución.

Y a los que oyen cantos de sirena, a esos que dicen que defiende a los homosexuales o que no está en contra del aborto les recomiendo que lean sus declaraciones, y no los malintencionados titulares de El País, El Mundo y demás palmeros: El Papa, Francisco, el Cardenal Bergoglio... está en contra de que nos creamos con derecho a condenar a los demás, y nos recuerda el mandato divino de amarnos por encima de todo. Pero claro, eso no vende ¿Verdad?

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