jueves, 12 de diciembre de 2013

Pez de roca

Y ahora dime, pez de roca
¿Por qué luchas?
¿Qué mueve en tu inconsciencia a tus aletas
a evitar que te atrapen? ¿La decencia?
¿Qué oscuro y misterioso designio te provoca
a luchar contra el hilo y en el agua
e intentar aferrarte a la rutina
de nadar, boquear y pelearte
con algún forastero que pretenda
usurpar esa cueva en la que moras?

¿El orgullo te impide ser servido
como parte de un caldo que deleite
a un humano tragón y a su disfrute
y te empeñas en ser más que la caña
y aun que el pescador que te dispute
el derecho a ser pasto de un escualo
u otro pez grande y fiero que se apaña
para ver tu descuido provocado
por el manso nadar de una princesa
de arrecife que torpe se insinúe
proponiéndote darle descendencia?

Pues tu lucha no es vana porque eres
un luchador innato y no cuestionas
lo que tienes que hacer; sólo lo haces.
Boquear, pelearte y ser comido
y si existe un San Pedro de los peces
en la puerta del Cielo en que presentes
las bellas credenciales que atesoras
no habrá dudas y serán franqueadas.

"Pasa pez a tu casa, te has ganado
el eterno descanso sin corrientes,
tiburones o rapes que te acechen,
pescadores o anzuelos que te pesquen.
Tenías una misión y la has cumplido:
Ser pequeño, luchar y ser vencido
pero plantando cara al enemigo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario