jueves, 28 de noviembre de 2013

Una sit-com para atraer turistas.

Después del incesante goteo de turistas americanos provocados por "The way" (Emilio Estévez, 2010) la sociedad encargada de promocionar el Xacobeo como fenómeno turístico lanza una nueva herramienta promocional con una comedia que se llama "A Santiago voy" y que se estrenará en Estados Unidos el Día de Acción de Gracias.

Es innegable el tirón que tienen los medios audiovisuales a la hora de promocionar un destino, pero no lo es menos que el destino, una vez elegido, no debe defraudar las espectátivas creadas. Casi cualquier rincón del Planeta puede ser mostrado de una forma bella ocultando sus fealdades y mostrando los rincones que lo hacen atractivo, pero a la hora de la verdad el turista tiene que ver encontrar que la realidad que le han mostrado se parece al menos a lo que esperaba encontrarse.

Ya he contado que tuve la ocasión de visitar la villa de Cong, donde se rodó "The quiet man" (John Ford, 1952) y lo cuidado que estaba el legado transmitido por tan mágica obra. También visité Salzburgo, en el que se mostraban los escenarios del rodaje de Sonrisas y Lagrimas, o "The sound of music" (Robert Wise, 1965). Lo curioso de esta última experiencia es precisamente no mostrar los escenarios reales de la vida de María Von Trapp, si no los escenarios en los que se ambientó la película inspirada en ella.

Muchas de las grandes capitales del mundo han sido escenario de producciones que han mostrado su esplendor, sea éste real o no, lo que ha contribuido a que se incrementase el número de visitantes movidos por ese extraño sentimiento humano de querer "reconocer" lo conocido pero in situ.

Este fenómeno que se está dando ahora mismo en España gracias al magnífico trabajo de producción de la aburridísima serie "Isabel" no sólo provoca mayor afluencia turística, sino vocaciones laborales o incluso intereses deportivos o culturales.

Con toda esta introdución sólo me queda pensar en el número de turistas que tendríamos en Ferrol si convenciéramos a Mel Gibson para que finalizase su trilogía anti-inglesa -tras "Braveheart" (1995) y "El patriota" (Roland Emerich, 2000)- con una cinta sobre la batalla de Brión. Ni siquiera me puedo imaginar el ingente número de visitantes que tendríamos si alguien le hiciera llegar un guión de las jornadas del 25 y el 26 de Agosto de 1800, cuando los ferrolanos y unos pocos militares (tres o cuatro mil hombres en total) bajo el mando del Conde de Donadío pusieron en fuga a catorce mil ingleses. Menudo peliculón que iban a hacer. Eso sí, luego nos pasaríamos la mitad del año con una peluca blanca y la cara empolvada, y los ferrolanos ya se sabe que no somos muy dados a esas conachadas.

PD: Conachada es la palabra que define en Ferrol a aquello que resulta más o menos tonto o ridículo, siendo conacho el protagonista de estos hechos.

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