miércoles, 23 de octubre de 2013

Las autonomías

El problema no es tanto el régimen, insisto. España, al igual que otros países con una larguísima historia, presenta en su camino hasta la actualidad luces y sombras que han ido configurando su "fisionomía" política. Las autonomías, partiendo en principio de una mentira histórica, buscaban contentar a las regiones que amenazaban con volver a romper la paz. La paz, que concepto más extraño: Ochocientos muertos, miles de heridos y miles de millones de euros después los partidos dicen que han llevado la paz a Euskadi; no deja de ser extraño, puesto que la paz y la justicia no están relacionados, ni siquiera el orden. La paz es ausencia de guerra o de violencia, y en España ha habido violencia política desde la muerte de Franco, llámese ETA, Terra Lliure, Galiza Ceibe, GRAPO, Galiza Nova. Orden hay menos que antes, que con Franco quiero decir, claro que es normal: En este país había menos libertad, y por eso había más orden. Justicia... me parece que llamar justicia a ja acción judicial es al menos tan engañoso como llamar educación a la enseñanza. En España la Audiencia Nacional acaba de justificar el chivatazo de dos policías a miembros de ETA porque el fin justifica los medios. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha tumbado la Doctrina Parot, que aplica las redenciones de penas al total de las condenas en vez de al total de la edad penal, por lo que se supone que han de quedar en libertad todos los terroristas que lleven más de veintitrés años en la cárcel. El problema no son las autonomías, regiones, provincias o lánders. El problema siempre está causado por los que lo manejan, y que nadie se crea que si se re-centralizan las competencias las cosas van a cambiar. Mientras no cambie la clase política todo será igual, y nosotros somos los que tenemos que hacerlos cambiar.

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