miércoles, 25 de septiembre de 2013

Lo que dijo el Papa

Aunque ya han pasado unos días desde las –supuestamente- polémicas declaraciones de Su Santidad el Papa Francisco no puedo dejar de emitir un juicio no acerca de las mismas, líbreme Dios, si no de las diversas reacciones que han provocado. Voy a empezar por lo que yo sentí. Cuando leí los titulares en el teletexto pensé “Dios mío ¿Qué está pasando aquí?”… es decir, que volví a picar en el anzuelo por enésima vez. Al día siguiente en las redes sociales pedí información hasta que leí un primer comentario objetivo sobre la entrevista, después ojee la entrevista (si, ya sé que podría haberla leído en vez de perder el tiempo, pero perdí el tiempo) y busqué las declaraciones y después me enfadé con la prensa alineada como suelo hacer. En fin, “o de sempre”, que diríamos en mi tierra. La reacción en mis cercanos se divide entre los que son más inteligentes que yo –casi todos- y los que son tan tontos como yo y pensaron que al Papa se le había ido del todo. La reacción de la prensa se divide entre la de los que han leído la entrevista, los que no y los que directamente la han manipulado para confundir; los malos, que diría mi hermano. Pero ya de una forma más reposada la entrevista me mueve a reflexionar acerca de la famosa frase del aborto y el matrimonio homosexual… y tiene razón del todo, y no podría ser de otra manera. El perdón, la misericordia, la compasión… son los principales sentimientos a los que debemos siempre dirigirnos en estos y en cualquier otro tema. Yo trato de ser lo más beligerante que puedo contra el aborto, pero casi siempre acabo siendo beligerante contra las que abortan, los que las ayudan o los que promueven tan execrable acción. Eso no es cristiano, porque entre otras muchas cosas olvidamos que los hombres no debemos juzgar y que siempre debemos perdonar. Estar en contra del aborto (rotundamente) no compartir en absoluto los criterios acerca del matrimonio homosexual (aunque me parezca incomparablemente menos importante que la muerte de inocentes) o creer que hay demasiada falsedad en el tema de las nulidades matrimoniales y muy poca comprensión en el de las separaciones no nos da derecho a nada, y mucho menos a comportarnos como si nosotros no tuviéramos mácula, o como si siguiéramos los preceptos de la Iglesia y la Ley de Dios constantemente. Hay gente, yo conozco a varios, que están llenos de compasión y de comprensión. La más grande santa de los últimos tiempos manchó sus manos de la sangre de los infectados por el VIH, y jamás escuché -ni leí- ninguna declaración suya sobre la homosexualidad ni sobre ninguna otra persona. Ojalá fuéramos mejores y tratáramos de juzgarnos sólo a nosotros mismos y de querer a los demás. Seguramente entonces el mundo sería mejor y comprenderíamos lo que quiso decir el Santo Padre. Pero claro, entonces seríamos la Madre Teresa, y lo cierto es que lo que somos es un atajo de seres humanos… “demasiado humanos”, que diría Nietzsche.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Gracias por hacerme sentir bien, después de leerte Sergei.

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  2. Gracias a tí por leerme. Lo considero un honor, ya que pese a que trato de ser humilde cuando opino, al final mi ego sale a relucir, al fin y al cabo yo no soy nadie para interpretar lo que diga el Papa, pero creo que ya está bien del cristiano tibio y silente.

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