martes, 13 de agosto de 2013

El camino

Orgullo, vanidad, soberbia, anhelo
de honores y medallas,
de reconocimiento.
Ascensos, palmaditas
y hasta elogios.
Prebendas, posición
y el vil dinero.
Qué bien se vive fuera de ese infierno.

¿Qué mueve a ser así
a un ser humano?
¿Que esperamos tener cuando aceptamos
entrar en esa noria que no acaba
de infamias y lisonjas,
de veneno?

Dadme el canto de un grillo allá a lo lejos,
una puesta de sol en el invierno,
el sonido del mar, un simple beso...
y me veréis feliz
y veré el Cielo.

Una tarde de amigos, sobremesas
con aquellos que quiero y que no tengo
el final de una ausencia... o un te quiero,
y entonces seré un hombre verdadero.

Deja el pecho desnudo, aspira hondo
y dirige tus ojos a lo lejos;
tal vez verás el mar o un bosque viejo
una casa graciosa o el cortejo
de un pájaro cantor, un vino añejo
o a tus hijos jugar, o un viejo amigo
causará una alegría desbordante
al llegar y decirte que ha venido.

¡Qué fácil es la vida cuando aspiras
tan solo a ser feliz sin las mentiras
que el mundo nos enseña en el camino,
apartando de todo lo que importa
a aquellos que, conscientes del destino,
sabiendo ya que la vida es muy corta
sólo quieren sentir que aun están vivos.

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