domingo, 2 de junio de 2013

Por las Fragas del Eume

Muy cerca de Ferrol existe una extraña joya ecológica con una mínima difusión fuera de nuestro ámbito comarcal. El Parque Natural das Fragas do Eume ocupa una superficie de nueve mil hectáreas en las que predomina el bosque atlántico. La ordenación de los recursos naturales del parque se marca mediante planes  que se suelen consensuar lo máximo posible con la población residente, fijando dichos planes las actividades que se primarán y las que quedaran prohibidas. Quiero destacar algunas iniciativas que he escuchado dentro del parque y algunas que he vivido in situ.

Dejando de lado la joya que supone el cenobio de San Juan de Caaveiro, uno de los lugares más mágicos que he visitado (y donde he acampado, por cierto) en Monfero se ubica una de las grandes joyas de la arquitectura gallega, lamentablemente en estado ruinoso. Eso no quita que merezca la pena visitarlo y, dependiendo de la época del año, acercarse hasta el Val de Xestoso a comprar grelos. Hace unos años la archidiócesis de Santiago, propietaria del inmueble, lo cedió a la Xunta por noventa y nueve años, anunciándose a bombo y platillo su restauración como hotel al modo de Santo Estebo de Ribas do Sil, en la provincia de Orense.

Las Cantinas do Eume son una serie de locales de hostelería que se someten de motu propio a unos estándares de calidad muy superiores a lo que se suele estilar por la comarca. Como norma general suelen promocionar, mimar, elaborar... productos muy apegados al terruño, utilizando algunos requiexo de A Capela, otros porco celta de producción propia, algunos setas de monte recogidas por ellos mismos... muestras todas, en fin, de que se puede ofrecer un producto selecto y más que sostenible.

Lo último son un par de iniciativas que no sé que tal están cuajando, pero que me parecen nobles y muy convenientes: Una empresa que se dedica a ofrecer paseos a caballo por las fragas y una asociación que, sin ánimo de lucro, recauda fondos para adquirir tierras dentro de los límites del parque con el único afán de asegurar su conservación.

A todo lo anteriormente dicho pueden unirse muchas cosas, como la apertura de un segundo portal de acceso al parque por A Capela, negocios de agricultura sostenible, la Casa de la Miel de Goente, la preciosa villa de Pontedeume o incluso el lago de As Pontes y la Sierra del Forgoselo, lindantes con el parque y pequeños tesoros en sí mismo que ofrecen joyas como el Castillo de Narahío y sus alrededores, el ganado semi-salvaje de los bellísimos prados de As Neves o la Escombrera, ejemplo de como puede devolverse a la naturaleza parte de lo que se le ha quitado. En realidad no importa cuando ir, busquemos la paleta asombrosas de colores del otoño, con sus fungos e cogumelos (setas) en As Pontes, los grelos de Val Xestoso en lo más frío del invierno, el asombroso renacer primaveral o las frescas y umbrías riberas durante la canícula estival, las Fragas del Eume y las comarcas que las rodean son un ejemplo de cómo las cosas pueden ir hacia delante respetando, mimando y potenciando el medio.

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