Letras puras

Al final lo más raro es preguntarse

si las letras tan solo van saliendo

o nacen de un rincón del alma oculto.

Al final es difícil cerciorarse

de quién posee a quién:

¿Son nuestras las palabras

o tal vez nos esclavizan

conforme los dedos y la mente

se convierten en negro sobre blanco?

Y lo que opino yo ¿Le importa a alguien?

¿Se solaza el buen gusto en estos versos

o es cariño de hermano el que me atiende?

Pero no importa el porqué de los escritos

tan sólo son palabras, sólo letras

que manan de un afluente del cerebro,

de un rincón escondido de la mente,

y tienen que salir o se desbordan;

es su sino, nacer y al mar corriendo

de la literatura formar parte

poesías, sonetos, narrativa:

Todos gotas en un inmenso océano

engullidas por ávidos lectores

que respiran cual peces un momento.

Las palabras son hojas en un bosque,

ni a ser árbol en su humildad alcanzan,

pero siquiera un poco de importancia

tendrán si alguien disfruta de su gracia.

El artesano, entonces, es lo menos,

pues ese es su sentido, y no lo es otro:

Un brote que ha nacido en mi cabeza

yo lo podo y lo muestro como ofrenda;

y aunque de toda accción el hombre aprenda,

melancólico, hambriento, espera el laudo

¡Qué me lean, por Dios! ¡Lo necesito!

¡Que soy un artesano, difundidlo!

¿No veis que la humildad nos abandona

cuando queriendo ser nosotros mismos

nos vendemos al público oferente

de lisonjas en forma de serpientes

que envenenan el alma y la pervierten?

Y ahora ya, sin demora, me despido:

Mis letras llevarás siempre en tu cesta,

y por mucho que el orgullo me envilezca

te digo en alto ¡Gracias... fiel amigo!

Ha sido un gran placer estar contigo.