lunes, 10 de junio de 2013

El pozo negro

Cuando era pequeño fuimos de acampada a un sitio que tenía un pozo negro al aire libre. Nos generó, infantes como éramos, una fascinación tremenda: Una especie de engrudo marrón oscuro que despedía el mismo olor que, supongo, debe desprender la letrina del mismísimo satanás. Como en cada grupo hay un capullo (lo siento, es estadística y empíricamente demostrable) uno de los que presenciaba tan extraño espectáculo tiró una piedra que salpicó a los que estaban más cerca de tan poco apetecible compuesto. Todos nos quejamos y lo insultamos, y creo recordar que algún coscorrón le cayó. La vida es así: Cuando uno está cerca de la mierda y alguien la remueve se suele ver salpicado, y si no preguntemos a González Pons, que se ve envuelto en la Gürtel, a la ministra de empleo, con familiares envueltos en los ERE, a la de Sanidad con los regalos de su marido... la verdad es que los pozos negros ¡Producen un asco!

No hay comentarios:

Publicar un comentario