domingo, 9 de junio de 2013

La fervenza del Belelle

Como ya he manifestado varias veces, trato de buscar motivos para el optimismo siempre que puedo. Hoy, domingo de esta ya avanzada y loca primavera, quiero contar una de mis excursiones favoritas, que no hago hace años y que sé que ya ha cambiado.

En el municipio de Neda - fondo Sur de la Ría de Ferrol - desemboca el río Belelle. Es un río pequeño que va cayendo desde los montes de Ancos, lo que ha provocado que sus orillas apenas estén pobladas y que se haya aprovechado lo sinuoso de su recorrido, siendo tal vez la más notoria construcción la presa que se dedicaba a dar agua a los arsenales ferrolanos. Para llegar a ella hay dos formas inversas pero igual de bonitas. Para los más aventureros recomiendo empezar en el merendero, en el municipio de A Capela, donde nace el río. Hay que bajar por su margen izquierdo y encontrar el canal que alimenta la mini-central e ir bordeándolo o por dentro. Al final del recorrido el caminante encontrará los lagos del Belelle, uno de los secretos mejor guardados de Ferrolterra. Para los que, por las circunstancias que sean, necesitan más sosiego, lo recomendable es dejar el coche en Neda, en O Roxal y, dejando a un lado el Pazo de Isabel II salir al encuentro de la estación micológica y subir por la margen izquierda hacia nuestra mágica cascada.

Elijamos lo que elijamos lo ideal es confluir en el antiguo merendero, ubicado a media ladera y desde el que se domina la vista de la fervenza, ese hervidero del golpear el agua contra las rocas. Desde ese umbrío paraje, hasta donde no es raro que llegue el rocío producido por la caída del agua, uno se siente más cerca de Dios. Toda la zona, muy truchera, se configura en fragas casi vírgenes, salpicadas por eucaliptos y algunas ocasionales manchas de mimosas. En cualquier caso para ocupar una larga tarde de junio hay pocas cosas mejores que hacer que contemplar la desbordante naturaleza del mágico y entrañable río Belelle, y si tienes suerte tal vez te encuentres una nutria o a algún otro de sus escurridizos habitantes.

Cuando regreses, como el Ratón y el Topo de Viento en los Sauces, trata de escuchar la voz del semi-dios, que traerá ee viento de entre los cañaverales de sus estancadas orillas, y ya con tus sentidos imbuidos de su embrujo párate a comprar o bien requeixo si has ido río abajo o bien pan y empanada si lo has hecho río arriba. Y cuando llegues a casa, narcoléptico de tanto oxígeno y con las retinas llenas de esmeralda, pregúntate qué quieres mostrarles a tus nietos.

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