viernes, 31 de mayo de 2013

Un mal día

Hay días que todo lo que va surgiendo está mal, como si una extraña alineación de astros provocara que, no sólo en el ámbito estrictamente personal, si no también en el profesional y en el público, todo se convierta en un desastre (un mierdes con todas las de la ley; ¿Qué día es hoy? Hoy es mierdes) No quiero hablar mucho de los mierdes, pero ayer fue uno de esos días, al menos parcialmente. Cuando empecé a ponerme al día, a eso de las nueve de la noche, me fue entrando una nausea casi insoportable: Baja el PIB, sube el IPC, la ministra en Eurodisney, los contratos adjudicados a empresarios corruptos, en Ferrol "los del naval" la lían otra vez parda, otro asesinato conyugal, una nueva plataforma pro-aborto, más recortes, propuestas de subidas de sueldos en Andalucía, un entrenador personal para Fabra, alijos de cocaína, detención de furtivos... a mí esos días sólo me queda pensar en que en realidad la realidad no es peor que antes, simplemente está a la vista lo que antes se ocultaba. Hemos levantado la alfombra y debajo hay polvo de treinta años, y hay que limpiarlo. Ayer traté de buscar alivio en la Ley de Transparencia, donde se ha llegado    a un acuerdo entre los partidos con más representación en el Congreso. A veces también pienso en que las obras públicas se irán terminando y que la mentalidad volverá a cambiar... en realidad no estoy del todo seguro de que las cosas vayan a mejorar, pero sí quiero recordar dos cosas: Estuvimos muchísimo peor y hay otros que están mucho peor que nosotros, y con esto no quiero consolar a nadie, pero nosotros no pasamos hambre ni nuestros hijos se mueren de una gripe. No retrocedamos ni un paso, pero dejemos ya a un lado nuestro discurso catastrofista: Lo único que pasa es que nuestro sistema está atravesando la adolescencia, y tiene que adquirir nuevas responsabilidades y hábitos más saludables. Yo confío en que estamos en el buen camino.

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