lunes, 13 de mayo de 2013

Los lunes de mayo

Ya ha llegado esa época del año en la que las victorias deportivas hacen de lenitivo de todos nuestros males. Nuestros ases deportivos, del balón, el motor, la bici o la raqueta empiezan a engrosar el palmarés patrio y parece como que las cifras económicas duelen menos. A mí personalmente no me llenan de orgullo las hazañas deportivas; despiertan en mí una gran simpatía aquellos que aúnan, al menos en apariencia, calidad humana al afán de superación, y en cambio no puedo soportar a los demasiado ambiciosos o en extremo competitivos. Ahora que lo curioso es ver el ejemplo que dan algunos a nuestros hijos o jóvenes. Para mí las últimas asonadas, como las temeridades al volante de varios jugadores de la sección de fútbol del Real Madrid, el fraude fiscal de Nadal, el dopaje y cambio de domicilio a Suiza de Contador y las bofetadas de Barberá son algo que deberíamos condenar públicamente, y creo que deberíamos ser absolutamente intolerantes con este tipo de comportamientos y exigir a sus protagonistas disculpas públicas, como las que presentó el tenista. A nuestros hijos, a esos a los que les exigimos que sean ordenados y cumplan sus obligaciones mientras vemos la televisión con los pies en la mesa, debemos mostrarles desde el principio, desde chiquitillos, lo que es bueno y lo que no lo es, y más teniendo en cuenta de que cada vez que un deportista famoso se pone un diamante en la oreja o se tatúa unas letras chinas hace correr ríos de tinta, y en este caso más que literalmente.

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