Comí con parte de mi familia en un pequeño restaurante de la Avenida de la Costitución de Tarifa llamado La Pescadería. Llegamos tarde debido a nuestra visita la paradisíaca playa de Bolonia, a cuyos atractivos naturales (su duna, su pinar, sus aguas esmeralda, su arena blanca) se unen la visión de las costas africanas y las impresionantes y bien conservadas ruinas romanas. Debido al retraso, ya en Tarifa, tuvimos que esperar a que se desocupara y nos prepararan una mesa. Pedimos unas cañas, más que bien tiradas, y nos pusieron aceitunas, rodajas de pan de telera y picos para acompañarlas. Los niños tomaron pasta y pollo con arroz: El arroz -vaporizado- muy soso, pero la pasta, tallarines a la carbonara, estaba muy buena. Los adultos pedimos un arroz marinero, atún rojo y calamares a la plancha con romesco. El atún rojo, puro como una poesía de Juan Ramón Jiménez: Cuatro centímetros de grosor, marcado hasta que no más de dos milímetros están hechos y unas escamas de sal por encima; de acompañamiento una reducción de vino dulce, salsa de soja y guacamole a modo de washabe. Desde mi punto de vista unas salsas demasiado sabrosas que disimulaban el sabor del atún, a excepción de la reducción, que lo complementaba muy bien. Los calamares haciendo una flor sobre una cama de verduras salteadas en juliana y romesco, muy rico y sencillo. El arroz marinero magnífico, meloso al modo del rissotto italiano, con berenjenas, calabacines y pimiento en el sofrito y con trozos de calamar, langostinos y almejas como ingredientes principales. Muy abundante y bien hecho, servido en una olla de acero. De postre probamos un brazo de gitano relleno de fresas con nata, con las fresas en trozos, y un yogur con mermelada de albaricoques y trocitos de pistacho; ambos muy ricos. Los únicos peros que le pongo al sitio son la lentitud y la poca eficacia de algunos de sus camareros. Pero en resumen ¿Merece la pena? Mucho. El precio muy bueno y la calidad del producto excelente... y otra cosilla: El arroz para dos personas llegó para que cuatro adultos (de buen diente) tomáramos dos platos cada uno, y aun quedó un poco para los tragones como yo. De todos los sitios del Sur en los que he estado es de los más sencillos y auténticos que he probado. Propone una fusión entre la cocina mediterránea (una de las cocineras es italiana) y la gaditana, sin disfrazar un producto tan maravilloso como es el atún rojo de almadraba. El camarero nos dio al final la clave: Aquí la gente viene a comer atún y arroces, y en un alarde de confidencialidad, como si quisiera que no se lo dijeramos a nadie, la confesión final: El secreto es que el fumet se hace sólo con cabezas de rape y el sofrito es casero, por eso está tan bueno. Pues eso comentábamos esperando la cuenta con una copa de moscatel frío: La verdad, ha merecido la pena.
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