domingo, 31 de marzo de 2013

El aborto.

Tal vez dos de los problemas más graves que retuercen los cimientos de la sociedad actual son el relativismo y el materialismo. Su máxima expresión es el aborto. Vivimos y participamos de una sociedad en la que se ha dado cobijo legal a la eliminación de seres humanos no nacidos amparándose en varios supuestos que acaban suponiendo posibilitar la decisión de la madre. Se pueden verter cientos de palabras con respecto a este tema, pero nada de lo que se diga reforzará la seguridad del no nacido mientras está sociedad no cure sus principales males. Cualquier supuesto legal del aborto, menos el peligro para la salud de la madre, confronta dos males y elige el mal mayor. El caso de la salud de la madre, verdadero coladero legal que ampara la mayoría de los abortos, está planteado mal desde el principio, ya que tendría que existir un grave riesgo para la vida de la madre que fuera contrastable para que la comparación se hiciera en términos de igualdad. Pero la verdadera realidad es que sólo relativizando el mal y cosificando la vida humana se puede defender el aborto. Los razonamientos pueriles que se han emitido para defender el aborto -no olvidemos que los abortistas en realidad lo que buscan es la libertad total- se basan en decidir cuándo una vida es o no humana; lamentablemente los inocentes sólo son humanos cuando queremos que lo sean: si deseamos al bebé es un ser humano, es nuestro hijo; por contra si no lo deseamos es el problema, lo que ha pasado, etc. Algunos ejemplos, muchos, de ficción son grandes agentes en la difusión de este mensaje. Casi siempre, ante un embarazo, "el problema" se reduce a la decisión de la madre: "He decidido seguir adelante" suele ser el mantra que se usa para que las tramas giren en una u otra dirección. Ningún poder público se atreve a convocar un referéndum, un plebiscito en el que se consulte acerca de la legalidad del aborto, ya que eso haría perder votos a cualquier partido. Yo no puedo dejar de decirlo una vez más: Aquí no caben ambigüedades, no hay lugar a relativismos ni subjetivismos, no hay discusión posible ni argumentos que oscurezcan el hecho objetivo de que el aborto es acabar en fase embrionaria o placentaria con la vida de un ser humano, y hasta que la sociedad acepte esto como tal y los opinadores, políticos y tertulianos abandonen la demagogia y reconozcan de una vez que no hay acción más oscura, cobarde y antihumana que eliminar una vida indefensa  ,ningún grupo conseguirá, más que de forma puntual, siquiera mitigar la eugenesia generalizada que supone el aborto.

2 comentarios:

  1. Gracias. No sé si muy bien o no, pero sé que intentaré seguir explicándolo poco a poco. Con uno que se salve bastante habría hecho.

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