lunes, 2 de diciembre de 2013

La balanza.

Me preguntan (y yo también me pregunto) si estoy seguro de lo que predico en estas lineas. La respuesta es un no rotundo; no tengo la menor idea de si estoy o no en lo cierto. Cuando me se enfadan algunos que me leen por dar la lata y me achacan la poca caridad de mis escritos, la falta de humildad de mis aseveraciones, lo poco cristiano de mis juicios... no puedo dejar de darles la razón, por que no soy nadie para juzgar lo que piensen los demás, y sin embargo no puedo evitarlo. Cuando me preguntan por qué busco un partido a la derecha de los "impopulares" sólo respondo lo que pienso, y es que creo que hace falta.

A este país al que adoro le robaron la derecha  y el patriotismo de la balanza y no hay manera de que nadie diga cosas necesarias que más de uno pensamos. Podría ser que alguien se enfadara por mi opinión de que los hijos de la gran Bretaña de los ingleses no piensan en España cuando trajinan por Gibraltar; podría ser que alguien pensara que las clínicas que viven de practicar abortos no piensan en las madres ni en los niños en sus "interrupciones voluntarias del embarazo"; podría ser que algunos españoles pensaran que los homosexuales son distintos a los heterosexuales; podría ser que alguno pensara que a los suyos también los mataron, que tampoco saben dónde están y que nadie les ha pedido perdón; podría ser que algunos pensaran que Cataluña es menos nación que Malpica de Bergantiños; incluso quien crea en el cheque escolar o el sanitario y crea que el estado social está desbordado y que se tira el dinero en tonterías. De hecho hasta podría ser que hubiera gente que pensara que las huelgas están en contra de derechos más importantes, que los sindicatos y partidos deben financiarse a sí mismos y que se necesitan penas más duras para los desórdenes públicos y cadena perpetua para terroristas, violadores y asesinos, por no hablar de aquellos que se sienten ligeramente mosqueados cuando se ataca de manera más o menos velada a la Iglesia Católica y se defiende a cualquier otra religión incluso cuando sus preceptos están en contra de nuestros derechos fundamentales.

El principal problema, sin embargo, no es que tengan razón en lo que piensan o no; se supone que la libertad de expresión y de conciencia están garantizadas por las Constitución y leyes subordinadas. No, el problema es que se les ha negado la voz desde la izquierda y desde el centro del que se suponía que formaban parte. Ningún país debería negar la voz a una parte tan importante de su población, porque si no la tiene en las instituciones la tendrá en la calle.

Ahora que las televisiones "de extrema derecha", los sindicatos "fascistas", y las organizaciones "ultraconservadoras" han perdido definitivamente los complejos ya existe el sustento mediático necesario para evitar que se silencie a una parte tan importante de nuestra población que no son nazis ni nada que se le parezca, pero que sí empiezan a estar más que mosqueados al ver cómo todo lo que habíamos advertido e intuído que iba a pasar con la familia, la educación, la corrupción, la organización territorial... se ha ido cumpliendo hasta poner en peligro el sistema del que nos habíamos dotado para convivir.

No es conveniente, siempre desde mi punto de vista, dejar a una parte de la población silenciada, ya que podría reaccionar organizándose fuera de las instituciones. Es inconcebible que se haya permitido a la izquierda nacionalista tener representación en aras de los derechos fundamentales y que se pretenda que una minoría muchísimo más nutrida no oueda decir esta boca es mía. Espero que algún día la balanza recupere su equilibrio. Y espero que sea pronto, antes de que sea demasiado tarde.

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