viernes, 15 de noviembre de 2013

La vieja casa

Yo no puedo evitarlo ni lo intento;
es pasar por delante y acordarme
del día en que te vi por vez primera.
Tus muros encalados y tus puertas
con esa mezcla acre y algo dulce
de pintura y barniz. En tus ventanas
el cristal reluciente y esas contras
insinuantes de un negro penetrante.

Sin adornos aun, sólo la obra
perfecta en su simpleza y su concepto:
Una casa y ya está de un arquitecto
que consiguió idear algo perfecto
y ya no lo adornó. Y en los defectos
apenas insinuados, semi-ignotos,
un discreto tapiz, tal vez un lienzo
un rodapiés oscuro, un verso suelto.

Después el tiempo vino y al principio
te fue dando belleza y arrogancia:
Dos capas de pintura, un cristal roto
cortinas floreadas y unas curvas
de columnas que soportan un peso.
Visitas, fiestas, parties y guateques:
Esta casa es perfecta para todo,
luminosa,muy fresca y siempre abierta
como un rayo de sol entre la niebla.

Y ahora paso y te miro y te avergüenzas
vieja casa que un día me acogiste.
Ni siquiera el reflejo de que fuiste
algo hermoso, insinuante y envolvente,
un remanso de paz y lozanía
refugio sempiterno de promesas, 
te consuela al pensar en lo que ha hecho
en ti el terrible paso de los años
al llevarse con ellos tu hermosura.

Pero eso no es lo malo: Lo terrible
es que sabes que a poco que te cuiden
volverás por tus fueros y la gente
saldrá al paso admirada del prodigio;
pues tú siempre gustaste vieja casa,
y sin los añadidos que te afean,
sin esos desperfectos que sostienes
tan sólo con amor y algo de tiempo
serías tal vez de nuevo como el Cielo.

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