martes, 1 de octubre de 2013

Volver a Madrid

Prometí volver a hablar de Madrid, esa ciudad tan injustamente tratada en cuanto a su profusión de riquezas. Recientemente, recién llegado en tren a la estación de Atocha, decidí coger un taxi hasta el hotel. Era una tarde-noche lluviosa y gris de esas primeras de otoño que nos obligan a rebuscar en el armario en busca de ilocalizables prendas de abrigo. Una vez llegados al paseo del Prado, con sus frondas iluminadas por tantas luces urbanas vuelvo a encontrarme el imponente Ministerio de Agricultura, la cuesta de Moyano con sus casetas de libros, el Jardín Botánico, el Museo del Prado, el Ritz, el Palace, el Tyssen, la Plaza de la Lealtad, la Bolsa o el Museo Naval, que es en el Prado como ese pariente raro al que se le tiene cariño sin hacerle mucho caso.Ya llegados a Cibeles me encuentro a la diosa custodiada por el Palacio de Linares, el de Comunicaciones, el Banco de España y el Palacio de Bellavista, sede del Cuartel General del Ejército. Desde este nudo sentimental puedes dirigirte a la Plaza de la Independencia, con su puerta de Alcalá y su entrada al Retiro; dirigirte hacia la Puerta del Sol por la Calle de Alcalá; hacia Colón por el paseo de Recoletos y la Castellana o hacia la Gran Vía, Callao y la Plaza de España. Yo recomiendo ir cuatro días y hacer todos estos recorridos sin prisa, y recomiendo subir a las azoteas que están siendo colonizadas por locales de moda, y recomiendo otra vez el tapeo en la plaza Mayor, el recorrido reposado por el Retiro, un animado paseo por Alcalá o el Madrid gamberro de Santa Ana, Huertas y alrededores, que nunca duerme y está plagado de tantos sabores y sonidos de toda hispanoamérica. Tal vez me equivoque, pero creo que el centro de Madrid, con sus Luces de Bohemia, su casa del Ratón Pérez, los ecos de los duelos a espada, las letras de Huertas y los palacios sigue siendo un poco el corazón de todos los hispanos a lo largo y ancho del mundo; por eso es tan fácil sentirse como en casa y por eso acoge tanta gente de fuera. La verdad es que yo he venido tantas veces que ya no es raro que a veces no disfrute de sus calles y me meta en un metro y forme parte de la corriente, pero cuando vengo con tiempo sigo tratando de recorrer la Cava Baja, de pasear por la Latina, Sol, la Plaza Mayor y su arco de Cuchilleros, con sus cuevas de Luis Candelas y sus bandoleros, con sus tablaos y con sus fotos de Hemingway. En Madrid siempre puedes alardear de algo. Bajando a la Calle San Miguel hay un pequeño bar, simpático, que anuncia en su puerta cercana al archi-castizo Botín que Ernest Hemingway nunca estuvo allí. Entre eso y unas croquetas y unas pavías de bacalao en Casa Labra te quedas atrapado para siempre, y si no te atreves a ir solo me llamas y te acompaño; siempre es agradable volver a Madrid.

2 comentarios:

  1. Gracias !!!! Este domingo, llegué por la noche a Ferrol después de haber estado desde el viernes en Madrid. Me paseé por todos esos lugares que indicas y...es cierto que DE MADRID AL CIELO. Es una gozada callejear en una ciudad como Madrid. Comparto tus sentimientos hacia esta bella capital...
    Un saludo.
    Me gusta mucho como escribes, amigo. Gracias !!

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  2. Gracias a ti. Intentaré ir escribiendo de cosas más concretas de Madrid que me encantan para intentar hacer un poco de justicia a esta gran ciudad (¿Cuantas ciudades han sido la capital del mundo? ¿Y de ellas cuál lo fue del imperio más grande conocido?)

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