miércoles, 2 de octubre de 2013

The Quiet Man.

Tuve la suerte de pasar un temporada al oeste de Irlanda hace unos años. La ciudad que me acogió se llama Galway y está en la bahía y condado del mismo nombre. Desde allí me llevaron a visitar varias de las localizaciones de la que para mí es la mejor película que se haya rodado: El hombre tranquilo, de John Ford (1952). Casi lo de menos es ilustrar a nadie de la temática de la película, de su romanticismo, de su fina ironía, del relato costumbrista, de sus notas cómicas o de la preciosa fotografía o trabajo de casting con todos los sospechosos habituales del célebre director, con John Wayne, Maureen O´Hara,Barry Fitzgerald, Victor McLaglen o un insuperable Ward Bond que por momentos narra la trama y que es omnipresente en la misma como máximo representante de la iglesia católica en el ya casi real de tanto imaginarlo Inissfree. Cualquier forofo como yo podríamos decir que nadie preguntaría por el camino a Inissfree si conociera el camino de Knokinoor o proclamar ante una invitación de beber agua que ni los Borgia eran tan ruines, pero lo realmente mágico de esta película es que ha atrapado a todos aquellos que echan algo de menos o tienen un pasado con luces y sombras; y con esto incluyo a casi toda la población humana. Cuando llegué a Cong, donde se localizan gran parte de sus exteriores me encontré con que la plaza del pueblo permanecía intacta, con que el río y el puente de piedra también, con que los prados que hay antes del lago Corrib seguían llenos de ovejas lanudas hasta el punto de que hasta imaginé ver a lo lejos a una Mary-Kate con su falda roja y su camisa azul. Me da envidia comprobar como los irlandeses reverencian sus tradiciones aunque sean imaginarias. Esto los diferencia de mi gente, esto y la capacidad de transmitir de forma orgullosa su pasado remoto y reciente a través de cualquier canal, ya sea cine, literatura o turismo. Todo el mundo habla del chauvinismo de los franceses, pero nadie lo hace del de los irlandeses. En un pub de Dublin un joven me echó en cara estar bebiendo una pinta de Heineken, a lo que yo le contesté que él bebía lo mismo. Soliviantado pero con corrección y flema británica me dijo: "Sí, pero yo soy irlandés", y pese a que han pasado muchos años se me quedó la frase grabada. Esa sería para mí la buena acción del día de Zipi y Zape: Tratar de que al menos uno de los foráneos que conozcamos en nuestra tierra aprecie algo de lo nuestro en su justa medida... pero un poco exagerada. Bueno, eso y que alguien ruede una película que atraiga visitantes a mi pueblo a ver las localizaciones (en Salzburgo hay un recorrido que es The Sound of Music Tour, que no te lleva donde sucedieron los hechos que se narran en la película, sino a los lugares donde se rodó). Ya estoy viendo a Steven Spielberg rodando en Ferrol "Brion, 1800" y un plano que se va abriendo para mostrar los catorce mil ingleses desembarcando en la playa de Doniños y los cañones de San Felipe y la Palma disparando a discreción. Si, ya sé que al final acabo hablando de Ferrol, pero es que cuando fui a Irlanda y vi lo que ha dado de sí una comedia costumbrista pensé jo, lo que podríamos hacer en Ferrol con una buena peli.

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