miércoles, 9 de octubre de 2013

Romance de la andaluza

Va por una calle oscura,
deslomado jornalero,
arrastra un poco la carga
del cansancio sin dinero.
Se le acerca una muchacha
de pelo  y augurios negros,
ojos de sangre moruna
y sonreír blanco eterno.

Que no es buena, que no es buena
Continúa tu camino
No hagas caso a sus palabras,
No sigas ese destino.

Él la mira embelesado
y sus ojos lo envenenan;
tiene la cintura estrecha
y una ajorca que menea
al caminar con salero
deslizándose coqueta
mientras mueve las caderas

con forzado contoneo.

 
“Vente conmigo, moreno,
Que yo te daré la luna”
Y él se abandona y la sigue
Aun sin creer su fortuna.
Con su mano lo rodea,
Lo agarra de la cintura,
Y abanica sus pestañas
Mostrando que es casta y pura.

Que no es buena, que no es buena,
Deja de seguir sus pasos
Es veneno de una bicha
O de un tigre los zarpazos.

Se deja guiar cansado
por la blanca callejuela
hasta el farol de una casa
como una mansa avezuela.
Ella ya está preparada
y su gitano avisado:
Tiene abierta la navaja
en las sombras apostado.

Todo es rápido, tremendo,
ni siquiera abre la boca,
sin un ruido ni un estruendo
siente un filo que le toca
que abre su carne y lo mata
sin duda desconociendo
que ni es dueño de su ropa.
Y allí se queda muriendo.

Que no es buena, que no es buena
No sigas a la morena
No te traerá nada bueno
Más que a los tuyos la pena.

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