Un ave, ajena a todo, se posó en mi ventana
tan solo fue un instante, y no se dio importancia.
Emitió un pío pío no exento de arrogancia
¿Puedes llegar volando y tener mi elegancia?
Un pobre petimetre, hueco y lleno de plumas,
pretendió convencerme de un tema inconsistente
y aunque no alcanzó a hacerlo ni de cerca
se jactó resabiado en su ignorancia.
Un perro callejero recogió una pelota
lanzada por mi al aire sin esfuerzo,
luego su lengua fuera y sus orejas
demostraron perruno desconcierto.
Ninguno de los tres eran conscientes
pero sus actuaciones provocaron
distintos sentimientos en mi mente.
El culpable el gandul por ser humano.
Y es que así son las cosas: Nuestros actos
no provocan lo mismo, sus efectos
dependen del actor que nos los muestre
y siendo un ser humano es diferente.
Porque alego unas veces inconsciencia
si daño a los demás, vano consuelo:
Si quiero ser un hombre y no una bestia
centraré mis esfuerzos en ser bueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario