lunes, 26 de agosto de 2013

Mentiras arraigadas.

Me permito versionear el título en español de la divertida película que protagonizaran en 1994 Arnold Schwarzennegger y Jaimie Lee Curtis para advertir de algo más serio a lo que nuestros acomodaticios cerebros no quieren poner coto: Hay una serie de mentiras comúnmente aceptadas que pervierten de algún modo nuestra sociedad. La primera de esas grandes mentiras es la falta de culpabilidad que sentimos ante el despilfarro y el saqueo actual, el "todo el mundo lo hace" o el "es gratis" al que apelamos para participar del saqueo al que se ven sometidas las arcas públicas, es una mentira peligrosa, ya que nos hace juzgar con distinto criterio la misma acción dependiendo de si el beneficiado soy yo - o alguien cercano - o es alguien indiferente o antagónico. No hay casi nada que comentar, es la paja en ojo ajeno. La segunda de las mentiras es la existencia de derechos sociales; esta es más grave: Los derechos sólo pueden ser individuales, ya que el individuo como sujeto jurídico digno de protección debe estar siempre por encima de la sociedad. Las sociedades que se ponen por encima de los individuos, o que simplemente los ignoran en favor de mayorías sociales, acaban cometiendo discriminación, y cualquier discriminación (legal, me refiero) es la hermana pequeña del totalitarismo. La tercera mentira es que la derecha es mala y la izquierda es buena, la llamada superioridad moral de la izquierda, que permite que se puedan usar todos los símbolos marxistas, leninistas, estalinistas, maoístas, castristas, batasunos... pero que demoniza un escudo preconstitucional por lo que representa, mentira por otra parte justificada por la extraña creencia de que Hitler y Mussolini eran de derechas, cuando lo que eran es unos fanáticos... con ideología socialista, las ideas no nos hacen buenos aunque sean buenas, y hay muchos hechos históricos para demostrar esta afirmación. Esta mentira sobre la derecha viene de la peor mentira que ha existido en tiempos recientes, que ha generado más muertes que ninguna otra mentira de la humanidad y que sigue condicionando nuestra vida, y no es ni más ni menos que la santificada lucha de clases, que justifica casi cualquier crimen que se cometa "por los más débiles". Esa mentira viene, ciertamente, de la mentira de que el capitalista exprime al proletariado (aunque un capitalista en concreto sea una santo, genere puestos de trabajo, defienda a su gente e intente mejorar su calidad de vida no dejará nunca de ser un explotador). Otra mentira de común aceptación es la necesidad de los sindicatos; lo que necesitamos son jueces, policías y fiscales, y que el gobierno cumpla con las leyes, seguramente si invirtiéramos lo que invertimos en ellos en inspectores de trabajo y en mejorar la administración de justicia nos iría mejor, porque no podemos establecer nuestras relaciones sociales sobre la base de que los que generan los puestos de trabajo son malos y los trabajadores están engañados y explotados por ellos, y no sólo porque sea una burda mentira interesada, sino porque ha justificado grandes robos, como el PER, los ERE´s, la trama de la formación, los fondos de reptiles, las cooperativas aquellas de UGT. Claro, llegados a este punto podemos creer que todas las mentiras son generadas por políticos y sindicalistas (separación extraña, ya que los sindicalistas también son políticos) pero qué va, hay mentiras igual de estúpidas que aceptamos sin rechistar: Lo público es mejor que lo privado (sobre todo éticamente); lo innovador es bueno; el arte contemporáneo no se puede juzgar sin entenderlo; lo público no es de nadie... casi todo viene de lo mismo, y es del complejo de inferioridad propio del ser humano, pero no nos equivoquemos: Si la escultura que han puesto en tu plaza no te gusta, no dudes de que un político ha decidido ponerla, que el proceso de adjudicación ha sido opaco, que ha costado un dineral, que el escultor forma parte del entramado cultural (ellos, pomposamente, se llaman mundo); que el artista es de izquierdas; que el concejal del ramo sabe tanto de escultura como tú y, en una mayoría de los casos, que es fea. Sí, amigo, no tienes que avergonzarte de ver desnudo al emperador: Es una escultura fea, demasiado grande, que no va a atraer jamás un visitante ni va a ser fotografiada, pero nadie lo dirá: Aceptaremos otra muestra del expolio dando la callada por respuesta, no te vaya a pasar que te respondan con uno de los dos mantras más extendidos por la izquierda ideológica: "Esa pregunta se responde sola" y el más generalista "Hay decenas (o miles) de respuestas a esa pregunta". Esas dos frases ya anticipan que no te van a responder nada, pero como le digas a tu interlocutor que no sabe prepárate para que te diga que a ti lo que te pasa es que eres un facha, o peor aun: Un machista.

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