martes, 4 de junio de 2013

Estaca de Bares. El Golfo de Lanzarote.

Si yo fuera rico hay una cosa que cambiaría: el salmón ahumado; a mí me encanta el salmón ahumado y he comprobado que, como otras tantas cosas en esta vida, si lo quieres de calidad tienes que pagarlo, caro. Hay una excepción, casi desconocida en España, que es el salmón ahumado de Uga, en Lanzarote. Cuando pasas en coche por Uga ves algunas casas en las que pone fuera, en el típico cartel artesanal, que se vende salmón ahumado. La primera vez que lo vi pensé que mis sentidos estaban equivocados ¿Salmón en Lanzarote? ¡Pero si aquí no hay ni un río! Luego medio me enteré de los avatares que habían provocado el uso de las aulagas para ahumar salmones venidos de muy lejos. En cualquier caso, se puede pensar, yo no voy a ir a Lanzarote a comprar salmón ahumado, y lo comparto: Demasiado caro el viaje teniendo una oferta atractiva en los supermercados de la península. Lo que pasa es que a Lanzarote se puede ir sí o sí, y de paso compras el salmón, vino de malvasía y queso, y ahí la cosa cambia. Como esta sección va de bares mi recomendación es la siguiente: Vas a Lanzarote, casi en cualquier época del año, alquilas un coche para conocer la prodigiosa obra de César Manrique, destacando el Mirador del Río y Los Jameos del Agua. También puedes comer en el Restaurante Lagomar, obra del mismo arquitecto perdida por Omar Sharif en una partida de póquer. Visitas las salinas de Janubio cuando empiece a ponerse el sol, comprobando la extraña reflexión del sol en las diferentes piletas, visitas los Hervideros, que son obra del Gran Hacedor, el Parque Nacional de los Volcanes y terminas en El Golfo, que es esa playa verde que popularizaron varios anuncios de coches y una película de Almodóvar que he tenido el placer de no ver. Y ahora a lo que vamos: En el restaurante El Golfo, al que siempre he ido de noche, hay que hacer un par de cosas más que recomendables; lo primero es sentarse en la terraza al anochecer, con un jersey, que en Canarias refresca de noche, lo segundo es pedir unas lapas a la plancha con mojo verde, una botella de malvasía muy fresquito, tal vez unos gueldes o pejereyes y media de queso, con unos colines o con pan de matalahúva, que al llevar anís sienta fenomenal. Después puedes preguntar si tienen salmón, a lo que seguramente contestaran que no... tampoco tiene tanta importancia. De regreso al hotel, ya que en esa zona no hay, se para en Uga y se compra, pero lo importante es eso: Pocas palabras, melancolía, el sabor del mar en las lapas y el pescado, el sabor de Canarias en el mojo verde y el queso, y el sabor de las entrañas de la tierra en el vino sacado de las entrañas de la tierra. No en vano la UNESCO considera Lanzarote un prodigio de interacción del hombre y el medio: Por que lo es. Y punto.

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