viernes, 3 de mayo de 2013

Ciudad Soñada. Los mandatarios.

                En Ciudad Soñada había elecciones cada cuatro años, como en todas. Había alcalde y concejales; a veces gobernaban unos y a veces gobernaban otros, como en todas. La gente se quejaba de los baches, de la limpieza, del cuidado de los parques y jardines o del mobiliario urbano. Un día los ciudadanos se dieron cuenta de que los políticos no eran otra cosa que una parte de ellos que habían dedicado su vida al servicio público, y así se lo recordaron a los vecinos. Se juntaron, las convocatorias personales movilizan más, todas las asociaciones de la ciudad: Comerciantes, vecinos, padres de alumnos, maquetistas, religiosos o militares. De entre ellos designaron un representante y le encomendaron una única misión: Tenía que pedir audiencia con el alcalde y recordarle por qué estaba ahí y para qué estaba ahí. Los periódicos locales, las radios e incluso una televisión con poca audiencia decidieron cumplir todos a una la misión de mostrar a los mandatarios que en caso de no cumplir lo que se les había encomendado deberían sentir vergüenza. Una vez al mes el designado, un anciano respetado por todos, pedía audiencia al alcalde, y lo publicaban todos los medios. Un ejemplo de esto sería: En los jardines de la fuente grande la maleza ha invadido todo y las papeleras están rotas. Las primeras veces las respuestas fueron evasivas. Mucho estamos en ello, algún el presupuesto es el que es y muchos agradecimientos y buenas palabras. Algún alcalde trató de no recibir al representante de los representantes, pero la contestación social fue insoportable y a la larga no pudo hacer otra cosa que poner solución al problema. Con el tiempo se ha convertido en una tradición y ahora son las menos las veces que las dejaciones son graves. La gente ya no está enfadada, hasta se ha habilitado un teléfono en el que se graban las llamadas y se da un número de referencia de la consulta. Ahora, en Ciudad Soñada, hay muchos medios para hacer llegar una protesta, y si a algún representante se le llama la atención por no cumplir su obligación, se le oye musitar por los pasillos “Qué vergüenza, qué vergüenza”.

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