viernes, 26 de abril de 2013

El fuerte

La primera vez que fui a Chanteiro alguien me contó (uno de mis hermanos mayores, mi padre) que si vas por el camino que bordea la playa por la izquierda te encontrabas un fuerte. Supongo que mi fecha de nacimiento hizo que me imaginara una empalizada cuadrada con soldados vestidos de azul vigilando en sus garitas. Era pequeño y durante el paseo no llegamos a encontrar cosa alguna que respondiera a mis expectativas. Volví en la adolescencia y en mi cabeza todavía pervivía la imagen del fuerte de los clics, de tal manera que inicié un corto e infructuoso paseo por los bosquecillos que rodean la zona. Con los años fue cobrando fuerza en mi cabeza la idea de que en realidad mi informador había confundido las baterías del Segaño con mi soñado campamento; en cierto momento de mi vida se convirtieron para mí en lugar de obligada visita y se fue atenuando en mi cabeza la idea original, hasta que ya en una época más reciente me fui informando de la profusión de fuertes, parapetos y pequeñas baterías del sistema defensivo del Golfo Ártabro, especialmente de los restos de la batería existente entre Chanteiro y Cervás, que conocí por motivos laborales. No puedo decir que fue un triunfo ni una decepción; conocía de antemano el grado de deterioro de todos estos enclaves y no me sorprendió la visión de unas murallas semi-ocultas por una profusa vegetación. Tampoco puedo decir, sin embargo, que me aliviara confirmar que en Chanteiro, si coges el camino que bordea la playa por su izquierda, hay un fuerte. Quién sabe, tal vez un día, con los años, encuentre mi empalizada y escuche una corneta llamando a las tropas a formar. Sé que el fuerte sólo existe en mi imaginación, pero aun hoy me llega su imagen cada vez que vuelvo a Chanteiro, oculto entre las sombras de los pinos como lo imaginé por primera vez, tal vez con algún caballo rampante con su soldado vestido de azul.

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