martes, 16 de abril de 2013

El aborto II

Parece que la actual ley que regula el aborto en España va a ser cambiada proximamente. Yo no tengo ninguna duda de que el aborto es poner fin a una vida, por lo que debería siempre ser considerado como un mal, por lo que me repugna que haya gente que siga abortando. Las declaraciones del Ministro de Justicia, sin embargo, cambian por fin el lenguaje oficial poniendo el foco en la protección de los no nacidos como bien a proteger; si bien es cínico oponer un mal a otro mayor no puedo menos que alegrarme que, por primera vez en nuestra historia, se haya dado un paso hacia adelante en vez de uno hacia atrás. Aun en mi creencia de que ninguna ley va a ser cumplida si no se ponen los medios para garantizar su cumplimiento, considero que ningún ser humano en su sano juicio puede menos que considerar que la vida es un bien inalienable y que los poderes públicos tienen la obligación de defenderla, pero me asaltan las mismas dudas que siempre ¿Se van a establecer políticas activas en favor de la vida? ¿Vamos a seguir acallados por el miedo a la pérdida de votos? ¿No habrá un solo partido en España que diga que el aborto es malo y que promueva una campaña en favor de la vida? Hasta que se informe de verdad a todos los ciudadnos de lo que significa un aborto, hasta que se dejen de ocultar las escalofriantes imágenes de las interrupciones, hasta que se empiecen a mostrar los fetos como pequeños proyectos truncados por el miedo, la cobardía, el egoísmo o cualquier hipocresía de las muchas al uso nada de esto servirá para terminar con la silenciosa y lucrativa matanza que asola la piel de toro. Defiendan la familia, la justicia y la vida y dejaremos de asistir a campañas mediáticas en las que se trata de desprestigiar a una docente por decir que incluso tras una violación el aborto sigue siendo lo que es. En cualquier caso son algo más de cien mil personas las que se muestran indignadas por sus declaraciones; esas cien mil personas a mí me preocupan menos que los más de cuarenta millones que callan. esos son los que de verdad deberían reflexionar acerca de sus acciones... o de sus omisiones. Transcribo el juramento hipocrático clásico, del Siglo V antes de Cristo,  por si alguno cree que estar en contra del aborto es una moda actual.

"Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higía y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia. Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa. Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más. Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos. Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla. En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos. Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos. Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria.

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