Está más que decidido, y aquí voy a dejar constancia de ello: Todo ha quedado atrás, y no voy a ser una de esas mujeres pesadas que piden a los suyos que le devuelvan todo el tiempo y el amor que les dedicó. Ya no soy divertida, la artritis no me deja cocinar, se acabaron las cenas y las veladas interminables, y mi sordera incluso me impide tener una conversación digna de llamarse tal cosa.
De mí no van a poder decir que les pido nada, porque nada les exijo: A parir de ahora el combustible que me ha traído hasta aquí no va a ser reemplazado por nada, y ahora sólo queda esperar a que el último grano de arena caiga y anuncie que todo acabó.
Mi cuerpo dejará de importarme, y a nadie importará hasta que su olor a putrefacto sea insostenible para todos aquellos a los que saludé diariamente y a los que ayudé en cuanto estuvo en mis manos; ya les estoy oyendo decir lo buena que era, lo educada que fui siempre, lo generosa con los demás... tal vez hasta tenga uno de esos panegíricos en la prensa local en los que se loen mis muchas acciones caritativas... y sé que mi funeral estará lleno.
Lo único que hoy me preocupa es si les llegara mi última lección y entenderán que lo que ellos no hicieron, los suyos no lo aprenderán. Espero que Dios me perdone por ser tan dura, pero los quiero tanto que odiaría imaginar que pasarán sus últimos días como los he pasado yo, acompañada tan solo de fotografías, recuerdos y una televisión a la que no presta atención pero que me ayuda a combatir un silencio que me acerca un poco más a mi último reposo.
Espero al menos que en la última oración que me dediquen sepan reconocer que, sin mí, ellos ni siquiera serían- Espero que lleven siempre consigo el amor que les di. Espero que su despedida sea rodeada de los suyos, de su amor y sus sonrisas, y del reconocimiento a una vida que no fue digna de ejemplo o mejor que ninguna otra, pero que fue parte de esa vida de la que ellos, por ahora, siguen viviendo.
De mí no van a poder decir que les pido nada, porque nada les exijo: A parir de ahora el combustible que me ha traído hasta aquí no va a ser reemplazado por nada, y ahora sólo queda esperar a que el último grano de arena caiga y anuncie que todo acabó.
Mi cuerpo dejará de importarme, y a nadie importará hasta que su olor a putrefacto sea insostenible para todos aquellos a los que saludé diariamente y a los que ayudé en cuanto estuvo en mis manos; ya les estoy oyendo decir lo buena que era, lo educada que fui siempre, lo generosa con los demás... tal vez hasta tenga uno de esos panegíricos en la prensa local en los que se loen mis muchas acciones caritativas... y sé que mi funeral estará lleno.
Lo único que hoy me preocupa es si les llegara mi última lección y entenderán que lo que ellos no hicieron, los suyos no lo aprenderán. Espero que Dios me perdone por ser tan dura, pero los quiero tanto que odiaría imaginar que pasarán sus últimos días como los he pasado yo, acompañada tan solo de fotografías, recuerdos y una televisión a la que no presta atención pero que me ayuda a combatir un silencio que me acerca un poco más a mi último reposo.
Espero al menos que en la última oración que me dediquen sepan reconocer que, sin mí, ellos ni siquiera serían- Espero que lleven siempre consigo el amor que les di. Espero que su despedida sea rodeada de los suyos, de su amor y sus sonrisas, y del reconocimiento a una vida que no fue digna de ejemplo o mejor que ninguna otra, pero que fue parte de esa vida de la que ellos, por ahora, siguen viviendo.