miércoles, 1 de enero de 2014

2014

Bueno, pues ya estamos en otro año -qué cosas, quién lo iba a decir cuando empezamos con estas letras hace casi nueve meses- y, por lo tanto, no puedo más que desearos feliz 2014 a todos.

A mí lo del fin de año me parece una convención como otra cualquiera, en la que más que propósitos hago balance como las televisiones, que nos suelen regalar recopilaciones de los últimos mil años, más o menos. Sin embargo no puedo dejar de reconocer que, al menos en mi entorno cercano, la gente vive el cambio de fechas con una alegría desbordante y un espíritu de borrón y cuenta nueva digno de elogio; y lo mejor de todo es que este estado narcoléptico de autosugestión tiene una cierta duración, y no lo digo irónicamente. Desde que empecé a trabajar me di cuenta de que en mis nuevos puestos conozco a mucha gente por primera vez cuando me felicitan o nos felicitamos el año nuevo, y cualquiera puede acudir a la prensa para leer lo mejor y peor del año saliente y lo que se espera para el año entrante.

Yo hace tiempo que no hago propósitos; más o menos desde que saliendo de la adolescencia me dí cuenta de que sólo servían para incumplirlos, pero como soy de naturaleza optimista siempre espero que el año que vamos a vivir sea mejor que el anterior. A día de hoy nuestro mundo está atravesando una crisis en el sentido literal del término, un cambio en la estructura que lleva un tiempo haciendo que nos replanteemos casi todo. El problema es que el ser humano es conservador por naturaleza, incluso en su progresismo.

No quiero hacer ningún balance político, social o económico, mucho menos ético o moral: Lo dejaré para cuando la prensa recupere la velocidad de crucero y sigamos con nuestra dosis diaria de realidad, pero espero que la casa se vaya ordenando y que sepamos trascender más allá de nosotros mismos y de nuestro efímero paso por este valle de lágrimas y todos pongamos nuestro grano de arena para tratar de comprender a los demás y ver más nuestras vigas que sus pajas. Estoy seguro de que el mundo es un lugar que merece la pena visitar y del que al final de nuestro viaje podremos decir que la verdad es que estuvo muy bien.

Por todo esto os deseo a todos que vuestros paros, crisis, desengaños, situaciones... se solucionen a la mayor brevedad y que disfrutéis de vuestras parejas, familias, aficiones... Hoy os recomiendo hacer un pequeño paréntesis y daros cuenta de lo afortunados que somos, al menos, de tenernos los unos a los otros.

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