domingo, 15 de septiembre de 2013

Viernes 13

Y al final esto es así, otra vez: Diferentes opciones políticas se muestran tolerantes ante la última tontería independentista, incluso acusando al sistema de inmoral ante la condena a dos terroristas; algún desgraciado decide quemar el Pindo, monte mitológico para los pan-celtistas gallegos; el Lendoiro que se va, pero no dice cuando, porque tiene a toda su familia viviendo del dinero del Deportivo; Pescanova que se hunde con sus barcos a flote; Caixanova que se vende a unos americanos mientras sus antiguos dirigentes disfrutan de sus millonarios finiquitos; el naval español que no consigue encargos mientras se construyen más barcos que nunca en la historia mundial; a mí que se me pierde el boli y a una amiga mía que nada menos que se le rompió una uña. Cambiemos el discurso: Ayer atracó un crucero con tres mil personas en el Muelle de Ferrol, hacía buen tiempo; ha bajado la prima de riesgo; Márquez ha volado con su Honda; mi sobrina ha dado sus primeros pasos; Nadal no ha querido que nadie le flete un jet privado; he encontrado unas fotos de cuando éramos pequeños que son la mar de graciosas… ¿Pero es qué la gente tiene algún tipo de aversión a la felicidad? Todos los días pasan cosas admirables a nuestro alrededor, aunque haga un día gris o un sol abrasador. Lo que diferencia a los optimistas de los pesimistas es la manera de enfocar las circunstancias de la vida. A todos nos pasan cosas malas, buenas y regulares, pero hay gente que tiene la manía de estar siempre regodeándose en sus tristezas y penurias. Los días de Christmas Party, que según mi hermana es cuando le quieres partir a alguien la crisma, o los mierdes, que son unos días de la semana en que todo sale mal y suelen empezar con algo tan terrible como que el despertador se cae al suelo o que tengo unas ojeras horrorosas y que suelen ir seguidos de que leche, zumo, café y pan se van acabando sucesivamente amparados por su santo patrón (Sanseacabó); traición a la que se suelen unir la bombona de butano y el tabaco, que hacen cómplices a la máquina de café del trabajo y al tendero de la esquina, ambos carentes de monedas, al estanquero, que no tiene Lucky, y hasta al coche, que se ha quedado sin gasolina… bien: todos sabemos de qué días hablo, y a cualquiera le van minando en su disposición para afrontar los pequeños retos diarios; bueno, pues con eso y con todo hay gente que vive con una sonrisa y con un buenos días y que lee en el periódico que van a cambiar por fin las baldosas de su calle y se alegra. Ese es el espíritu, y no otro. Llegado el día en que unos y otros nos provocan arcadas, que sentimos angustia ante las cifras estratosféricas del fichaje de un futbolista, que nos enteramos del fichaje estrella del político que ha destrozado todo aquello que gestionó por una de las empresas a las que adjudico contratos mil-millonarios… sólo nos queda dejar pasar el rato observando el cortejo de un palomo a su paloma, relajarnos con el ruido de las olas, disfrutar de unas cañas con nuestro grupo de allegados y acostarnos con el ánimo de que al final todo cambiará a mejor. Porque en el mundo hay muchas cosas buenas, y muy cerca de nosotros.

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