miércoles, 8 de mayo de 2013

Los siete corazones

Viejo diablo de fuego
Que vigilas el orden de las cosas
Del negro continente cancerbero
De nubes coronado por el cielo.
De fuego viejo diablo
Guardián del paraíso
Creí ser rey del mundo
Cuando te he recorrido
Y respirar te he visto en esa cumbre
De los tiempos vividos
Silenciosa, solemne
Arrogante testigo.

En la tierra del fuego
He enlazado mis dedos
Al llegar el ocaso
Y El Rio he contemplado
Y del Chinijo el paso.
Y la paz ha colmado mis sentidos
Cuando Lobos he visto allí ubicado
Como puente tendido entre dos mundos
Y su abismo por fieras custodiado.
La vieja Maxorata he caminado
Y he visto sus barrancos
Desde arriba.
Y en sus ventosas playas
Heridas he curado
Cuando me he sumergido
En ese mar salado
De color esmeralda
Y sabor a pescado.
También en La Bonita me perdido
Y he sentido la vida
Latiendo desde el Roque hasta la playa
Y en tu charco he bañado
Mi pudor y vergüenza
Desde la negra lava
Hasta la arena negra.
En tu casa, tu isla, tu morada
Un vértigo he vivido
Que no ha sido apagado
Tras todo lo vivido.
Y de las otras nada
Puedo aportar que agregue
Lo que es más que sabido:
¡De hierro son las gentes
Así como su nombre!
Y de Jonai y Gara
Sigue tu hijo el ejemplo:
Orgullo, resistencia
Capear los elementos
Seguros, confiados…

De tus pinos de brea
Me he colgado del cielo
Y hasta a San Borondón
He sido encomendado.
Cuando en la canariona
De pinos y barrancos
Perlada como joyas
Disfruté mis descansos.

Viejo guanche, mi diablo
De canosas cañadas,
Que la nieve no enfríe
El calor que derramas.
Los sietes corazones
Van latiendo en silencio
Canariones, palmeros
Conejeros, herreños
Majoreros, gomeros
Y también chicharreros
Corazones tranquilos
Reposados serenos
Vigilados a diario
Por el diablo de fuego
Que se queda a la espera
Y se guarda su trueno.

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