viernes, 17 de mayo de 2013

Duérmete, Carmiña

Duérmete, Carmiña,
ya has hecho bastante
Deja ya en la puerta
                                                        el viejo delantal,
tu mellado cuchillo
puedes tirar.

Duérmete, Carmiña,
 que ahora viene tu madre
                                                             y te arropa.
Ya no hay más que lavar
ya sé calentar la sopa.

Duérmete, Carmiña,
que cuando despiertes
te esperan tus padres
-y el rosario del Tío Dios-
en el Agrande.

Duérmete, Carmiña
y déjanos llorar
nuestra egoísta pena.
Nuestra torpe manera de darte las gracias,
no tengas en cuenta:
No tenemos palabras,
no tenemos letras.

Duérme ahora, Carmiña,
pero no te olvides:
Cuando yo me acueste
ven a buscarme
y me enseñas tu Castro,
pero el de antes.

Duérmete ya, Carmiña,
 y verás como no te duele el brazo
y en el campo de nubes
cuando despiertes
da recuerdos a todos
de los de abajo.

5 comentarios:

  1. Un bonito homenaje y muy merecido...

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  3. Percibo una enorme ternura y cariño por esta mujer e intuyo de quién salen estas hermosas palabras... Es una preciosidad ser así de sensible, Ana. Besos.

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